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 The Twilight Zone II, de Robert Serling
 Editorial Celeste Ediciones, colección Metaluna, 2002 Formato rústica 15x22 cm, 280 páginas 14.9 Euros 
 Venta por Internet: PASADIZO.COM 
   
 Ignacio Illarregui, más conocido como "Nacho", 
              mantiene una página sobre literatura llamada "El 
              Rincón de Nacho", donde podréis críticas 
              de libros de ciencia ficción y fantasía, principalmente. Tiene 27 años y trabaja como profesor de 
              secundaria en Santander. | por Ignacio Illarregui Gárate, Julio de 2002 
                Relatos que contiene:
             
  Parada en Willoughby 
  La odisea del vuelo 33 
  Polvo Toda la verdad El refugio El último duelo de Rance 
    McGrew La noche de los mansos 
  El Sol de medianoche 
  El robo de Rip Van Winkle 
      Todo género literario debe rendir tributo a aquellos visionarios 
              que en sus comienzos ayudaron a darle la forma que hoy tiene. Este 
              necesario reconocimiento debe estar siempre cimentado con la presencia 
              en las librerías de sus obras capitales, de forma que los nuevos 
              lectores puedan acceder a ellas sin problema y sumergirse en historias 
              más o menos originales, mejor o peor escritas, pero fundamentales 
              para entender qué es lo que hoy leemos. Y, dentro de lo que cabe, 
              en el género fantástico estamos razonablemente bien servidos. Sin 
              ir más lejos ahí tenemos la recientita publicación del space opera 
              pulp por excelencia, Los hombres lente de Doc Smith.    Sin embargo hay un cierto tipo de creadores que no reciben 
              este debido reconocimiento y sin duda lo merecen, por haber primero 
              cautivado y después fomentado la lectura en amplios sectores de 
              sus seguidores. Me refiero a algunos guionistas de series de televisión 
              que, durante los últimos cuarenta años, se han convertido en eficaces 
              propagadores del gusto por la ciencia ficción gracias a un sordo 
              trabajo detrás de las cámaras. Rod Serling fue, junto a Richard 
              Matheson o Harlan Ellison, uno de sus más reputados representantes 
              y es especialmente recordado por su labor en la serie The Twilight 
              Zone (En los límites de la realidad), donde dignificó 
              la narrativa fantástica en un mundo tan infantilizante y simplificador 
              como el televisivo. La editorial Celeste, a través de la colección 
              Metaluna, ha publicado recientemente dos libros que contienen la 
              práctica totalidad de los cuentos que sirvieron de partida para 
              determinados capítulos de dicha serie y que constituyen una aceptable 
              muestra de cómo se pueden contar historias con moraleja ciertamente 
              entretenidas.    Antes de pasar a valorar los relatos es necesario reconocer 
              que estos parten desde el mismo momento de su concepción con una 
              limitación muy clara. Están pensados para ser adaptados a la pequeña 
              pantalla en episodios de 30 minutos, por lo que han  de tener 
              todos una extensión acorde, que en esta edición ocupa entorno a 
              30 páginas. La consecuencia más evidente de este hecho radica en 
              que la historia debe ser maleable, dilatándose o comprimiéndose 
              no en función de lo que dicte en cada momento (como sería deseable) 
              sino según el espacio que quede por llenar. Por suerte, Serling 
              conoce su oficio y, en la mayoría de las piezas, oculta esta necesidad 
              detrás de alguna situación venial o jugando con el tempo de los 
              diálogos, manteniendo siempre firme el timón hacia la "sorpresa" 
              con la que suele concluir cada uno de ellos.    Curiosamente, el cuento más satisfactorio es uno que carece 
              de elementos fantásticos y que parte del miedo al previsible holocausto 
              nuclear, tan recurrente en la sociedad estadounidense de finales 
              de los 50. Así, El refugio narra la cruenta tensión que se 
              establece entre varias familias de un suburbio residencial cuando, 
              después de que se haya dado una alerta de posible ataque, intentan 
              apoderarse del refugio que ha construido uno de ellos en el sótano 
              de su casa. El miedo que sienten los protagonistas ante su incierto 
              destino y la necesidad de salvarse tanto ellos como sus familias 
              está perfectamente captado por unos diálogos muy efectivos y naturales, 
              que dejan entrever dos de las preocupaciones máximas de Serling: 
              el ya mencionado temor al fin de nuestra especie por una conflagración 
              nuclear, presente en guiones posteriores como el de Siete días 
              de Mayo, y la fragilidad de nuestro comportamiento civilizado 
              cuando una situación pone en riesgo nuestra supervivencia.    Otro relato en clave ciencia ficcionera, aunque mucho menos 
              sobrecogedor, es Sol de medianoche que, a pesar de tener 
              como semilla una aberración científica de calibre mayúsculo (la 
              caída en picado de la Tierra hacia el Sol), se lee con interés gracias 
              a una densa y pegajosa atmósfera, culminando con una agradable sorpresa, 
              inesperada y bastante conseguida (quizás el mejor final del libro, 
              aunque de nuevo peque de irreal)    Después, hay dos cuentos muy influenciados por el tono poético 
              de Ray Bradbury e intentan, a su manera, adaptar su evocadora literatura 
              al mundo televisivo. En el primero de ellos, Parada en Willoughby, 
              el personaje principal se encuentra oprimido por un entorno hostil 
              donde no encuentra ninguna satisfacción, abrumado por un trabajo 
              que le repele y una esposa que no le comprende. Su única posibilidad 
              de escape se encuentra en una parada de tren imaginaria que puede 
              transportarle a un lugar muy agradable, alejado de las preocupaciones 
              de su vida cotidiana. Y en el segundo, Polvo, nos da una 
              visión del racismo imperante en muchas partes de su país a través 
              de una historia que se desarrolla en el viejo oeste, donde un mejicano 
              intenta salvar por todos los medios a su hijo, condenado a muerte 
              por cometer una imprudencia.    El resto de los cuentos son, aunque siempre entretenidos, 
              de perfil más bajo, dependiendo toda su capacidad de sorpresa de 
              la ingenuidad e inocencia del lector. Seguro que hace cuarenta años 
              La odisea del vuelo 33 hubiese impactado un poco a los lectores 
              de aquella época. Sin embargo, a poco que se haya leído o visto, 
              se sabe desde la página 2 lo que va a ocurrir. Y lo mismo con La 
              noche de los mansos, un previsible guión para un episodio navideño 
              calcadito a Miracle in 34th street (De ilusión también 
              se vive) o Toda la verdad, el mentiroso compulsivo obligado 
              por un azar del destino a decir siempre la verdad.    Serling narra cada una de estas historias utilizando una 
              prosa funcional y directa, con unos diálogos creíbles que crean 
              ambiente y comunican con facilidad los sentimientos de los personajes. 
              Además, cada una de ellas contiene una pequeña enseñanza que en 
              ningún momento llega a enervar. Por contra, beben demasiado de fuentes 
              pulp y, desafortunadamente, no han envejecido tan bien como muchas 
              otras escritas en aquella época.    Siendo el primer libro de la editorial Celeste 
              al que me "enfrento", me deja un agradable sabor de boca 
              a pesar de algunos pequeños errores (que los tiene), especialmente 
              porque en un mercado tan hostil hacia las antologías ha dado un 
              paso al frente y nos ha proporcionado dos volúmenes repletos de 
              pequeñas historias, sinceras y directas, que ofrecen todo tipo de 
              sabores. Merecen una oportunidad.   |