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Entrevista por J. Fidel Insua

 

   José Miguel Pallarés es un artista de múltiples facetas, desde guionista de cómics, articulista, traductor, ensayista, y ha estado en proyectos como las revistas Solaris, Gigamesh, Pulp, Stalker, Nemo, Dentro de la Viñeta, Ad Astra, BEM, Galaxia, el portal The Dreamers, el programa de radio La Compañía Interplanetaria, y más recientemente en PulpEdiciones siendo el director de la colección Ávalon. Y sobre todo o pese a todo, es uno de los grandes escritores de fantasía y ciencia ficción de nuestro país.

   ¿Cómo fueron los inicios?, al principio te centraste en el mundo del cómic y poco a poco te fuiste cada vez más al terreno de la literatura fantástica y de CF.

   Sí, eso es cierto, aunque la verdad es que no fue algo consciente. En los ochenta el cómic se había convertido en un vehículo cultural adulto tan válido como la literatura, y se podían narrar historias ambiciosas. Me gustaban los cómics, y tuve el privilegio de participar un poquito de una época dorada que, me temo, no volverá. Viéndolo con la perspectiva que dan los años, no creo que cambiasen los argumentos, sólo el medio.

   ¿Fue por enamoramiento hacia la literatura o por desencanto hacia el cómic?

   El cómic me sigue pareciendo un vehículo tan válido como siempre para narrar historias, y continúa teniendo una magia única. La narrativa secuencial ofrece unas posibilidades magníficas, y no creo que eso haya cambiado en todo este tiempo. Ahora bien, el mundo ha continuado girando, la oferta de ocio se ha diversificado y en nuestro país no existe ese público adulto comprador habitual de cómic, al menos no en número suficiente para que un cómic más ambicioso y comprometido fuese viable. En Francia, por ejemplo, la realidad del cómic es muy diferente, y allí la B.D. recibe el tratamiento que le corresponde, como arte y como negocio. El problema es que España no ha tenido una industria fuerte, y el tipo de historias que a mí me gustaría leer y contar ya no se publican, se reeditan. La creación resulta ardua y compleja, un terreno aún más espinoso que la literatura. La llegada del auge audiovisual determinó que dejase de ser un hecho mayoritario para convertirse en una moda elitista que gozó de buena salud durante varios años, pero las modas pasan.

   Dentro de tu obra literaria, abundan los relatos, ya sea en publicaciones como Artifex, o en libros de recopilaciones como En breve conquistaré esta tierra, que las novelas. ¿Te encuentras más cómodo en este terreno o cada historia tiene su espacio determinado, ya sea relato o novela?

   Hay decisiones fáciles de tomar, y en mi caso resulta evidente: siempre voy agobiado, tengo muchísimo trabajo y una escasez alarmante de sueño y tiempo libre. Son muchas las historias que me fascinan, pero no puedo abordarlas por falta de tiempo. El relato es más agradecido porque permite desarrollar una historia con mimo y atender a todos los detalles, hace factible el repaso, la espera y un regreso más sosegado al mismo e incluso el doloroso descarte. Las prisas son el peor aliado, y por eso la distancia corta me resulta doblemente grata. Me siento más satisfecho con mis relatos y novelas breves que con las historias largas. Una novela es muy exigente, y dedicarle el tiempo necesario se ha convertido en una de las exigencias que peor sobrellevo.

   Entonces, ¿por qué sigues escribiendo historias largas?

   Todavía hay unos cuantos argumentos que deseo contar, y se trata de historias que exigen una novela, por los detalles exóticos y por las subtramas. Probablemente creo que ha llegado la hora de comenzar a escribirlas más despacio por dos motivos: dedicarles más cuidado y compatibilizarlas con mi vida privada.

   En tu primera novela El ayer vacío, una novela ambiciosa, con multitud de lecturas diferentes, sobre todo destaca un tema que se repetirá en otros relatos y novelas, «la búsqueda de la identidad propia», ¿esta búsqueda de algunos de tus personajes es en cierto sentido un reflejo de la del autor?

   El ayer vacío fue mi segunda novela, la primera era una mezcla extraña entre Sabatini, Salgari y P.C. Wren, pero tuve el sentido común de tirarla a la papelera. Pero El ayer vacío sí es una obra primeriza, y tiene los méritos y adolece de los errores propios de ese tipo de novelas, en que deseas contar demasiadas cosas.

   La realidad es que uno escribe en función de lo que desea leer, y en aquella época leía un poco de todo. La búsqueda de la identidad fue un tema básico de El ayer vacío, sin duda. En un momento u otro, todos buscamos nuestro hueco bajo el sol, y lo primero es interrogarse sobre uno mismo. Si te das cuenta los personajes se quejaban demasiado, significativo... La novela reflejaba una disconformidad airada, demasiado airada, hacia las injusticias del mundo. Ahora mis personajes son supervivientes, más fríos y calculadores porque la supervivencia es exigente.

   ¿Has cambiado de lecturas?

   Sin duda, y no digo que el cambio obedezca al deseo de leer obras más trascendentes. Como todo el mundo leo lo que me apetece, y no busco en los libros lo mismo que antes. Realicé mis lecturas más trascendentes entre los trece y los veinte años, y conversando con muchos amigos me he dado cuenta de que no soy el único. Ahora sólo busco entretenerme, y deseo leer obras bien escritas pero, por encima de todo, divertidas. Leo Rebelión en la granja porque me sigue divirtiendo, pero, por ejemplo, buscaré con más ahínco las dos o tres novelas de Wilbur Smith que todavía me faltan.

   Hay una novela que creo que marcó un punto y aparte en tu obra, y de hecho es una de las mejores novelas españolas de fantasía, Bula Matari, empezó siendo publicada en la revista Artifex, y terminó publicándose por ediciones Sulaco y a dos manos con León Arsenal. ¿Cómo fue la gestación de esta novela?

   Siempre me ha fascinado esa corriente literaria de «mundos y ciudades perdidas», especialmente en África. Supongo que es la consecuencia de leer demasiado a Haggard y mi fascinación por la cultura púnica. Estaba empeñado en contar esa historia, pero hubiera sido imposible escribir una novela así de una sola vez. En primer lugar porque era demasiado impaciente, y sigo siéndolo. Pero, además, quería verter en la historia demasiados detalles históricos, demasiadas subtramas y ramificaciones.

   Ahí llegó Luis G. Prado y le echó un par de narices al permitirme publicar la historia como un serial en la primera época de Artifex. Ayudó con preguntas y consejos, y encima permitió que fuera hilvanando la historia casi al tiempo que él la publicaba. Una de las cosas de las que un escritor debe enorgullecerse más es por lo que sabe y omite, algo que yo no hice en aquella primera versión. Supongo que tenía demasiado recientes un sinnúmero de documentos y libros sobre zulúes y cartagineses. En otras palabras, tenía los árboles muy cerca, demasiado; había demasiadas ramas que no permitían ver el nudo de la historia.

   El primer Bula Matari era una ucronía que contenía muchos detalles, que reproducía multitud de datos históricos y atendía más al preciosismo de lo exótico que a la eficacia y al potencial de la historia. Hubo otra persona importantísima, Alfredo Lara. Aparte de innumerables consejos y sugerencias, me convenció de la necesidad de aportar un mapa que visualizara el mundo alternativo que proponía.

   ¿Cuándo surgió la idea de realizarla junto a León Arsenal?

   León y yo somos buenos amigos, y compartimos una serie de filias. Quizá la más significativa sea Salambó. Me dio algunos consejos e hizo críticas que me impresionaron por su acierto en cuanto se publicó el primer capítulo de Bula Matari. La historia de un enfrentamiento entre el imperio zulú y un ficticio imperio cartaginés que había renacido de sus cenizas tras una hecatombe natural permitía la cohabitación de dos plumas. Lo comentamos y aceptó.

   En novelas como Enrolándose en ‘El Belial’, Bula Matari, o Noches Nabateas hay una clara intención de hacer novelas amenas, entretenidas pero con gran calidad literaria, conceptos que deberían ir siempre unidos pero que muchas veces uno va en detrimento del otro. ¿Qué sensaciones buscas provocar en el lector?

   Creo que el escritor sólo tiene una obligación con el público: divertirlo. En todas esas obras he intentado ser fiel a su planteamiento. Existen muchos caminos, y supongo que todos son válidos. Escribo las novelas que me gustaría leer, como supongo que hacen todos los escritores. Se puede aplicar la canción de Serrat: «Cada uno baja las escaleras como quiera». Creo que al escritor no lo hacen los críticos, lo hace le público. Siempre fue así, es la suerte de Scherezade, si tu mentira gusta salvas la cabeza y dispones de otra oportunidad.

   ¿Un buen escritor debe ser también un buen lector?

   Se empieza por ser lector. No conozco muchos escritores dignos de tal nombre sin un buen bagaje de lecturas a sus espaldas. Pero llega el momento en que uno ha de cerrar los libros como fuente de inspiración y mirar fuera, a la vida, porque ésta es la que te ofrece las mejores historias.

   Hablando de Noches Nabateas, tu última obra publicada, se compone de dos partes, por un lado la novela corta Noches Nabateas y por otro una antología de tus relatos, algunos ya fueron publicados en Artifex y uno en tu anterior antología En breve conquistaré esta tierra. ¿Por qué seleccionaste estos relatos para Noches Nabateas y no otros?

   Bueno, la verdad es que seleccioné los relatos que más me gustaban. Elegí los más breves del ramillete de inéditos que tenía en mi disco duro (La ciudad de las sombras, Sandalias de hierro, El palacio de la memoria, Hijo de mi pluma, Alien). La inclusión de Escurzón (Gigamesh), Una escasa diferencia (Artifex) o El último pizzicato (Solaris) resulta sencilla, creo que son mis mejores relatos. Después quise recuperar el relato largo, El salario de la bailarina, que habíamos escrito a seis manos Armando Boix, Faustino Lobo y yo porque se publicó en Bucanero, de tirada limitada, y eran pocos quienes pudieron leerlo en aquella ocasión.

   Llama la atención la gran variedad temática de tus obras, lo cual se ve reflejado en la selección de relatos de Noches Nabateas, ¿es una forma de evitar la monotonía, e intentar partir siempre de cero, en vez de andar por campos más seguros y limitados?

   No creo que merezca la pena escribir historias trilladas, pero no, no es por ese motivo. Por lo general me encantan las obras híbridas, por ejemplo soy un gran fanático de la literatura de frontera, y me gusta entremezclar cosas, y ver qué sucede. Normalmente me fascino por escenarios concretos, leo, me documento y luego llega la historia. El escenario llega con una historia debajo del brazo.

   Ahora, entre otros proyectos, estás colaborando con Pulpediciones como director de la colección Ávalon. ¿Qué va aportar esta colección dentro del espectro editorial español?, ¿además de los ya publicados, que otros títulos y autores nos encontraremos en dicha colección?

   Ávalon nace con la intención de rescatar clásicos y autores desconocidos pero con calidad. Y la fantasía pulp es un terreno abonado para ese fin, aunque también me gustaría poder editar algún clásico británico. Buena parte de la fantasía que más me gusta se publicó entre 1910 y 1960. Y nunca he negado mi fascinación por lo que se ha venido a llamar Dark Fantasy. Obviamente, las elecciones irán por esos derroteros. Y gozo de amplísima libertad para elegir títulos. No obstante, también aparecerán algunos títulos más recientes, y, por supuesto, no se ha descartado publicar autores españoles. De hecho, PulpEdiciones puede presumir de haber efectuado una apuesta sincera por los autores patrios. Un autor extranjero o varios suelen ser el buque insignia, pero habrá algún español que algún día dé el campanazo, y será una noticia magnífica para el género, con independencia de la editorial que tenga la suerte de publicarlo.

   Estamos en un momento álgido dentro del mundo editorial de fantasía y ciencia ficción. ¿Cómo crees que evolucionará esta proliferación de editoriales y líneas editoriales de fantasía y ciencia ficción?

   No se publica demasiada fantasía, me parece que la avalancha se va a producir en la ciencia ficción. La llegada de nuevas editoriales grandes supone una buena noticia para el género, aparecerán grandes autores y espero que los precios sean razonables. Pero la proliferación continua de títulos tiene un efecto evidente: el lector tendrá que elegir, porque no hay presupuesto que permita comprarlo todo. Y eso nos lleva a la famosa teoría del péndulo y a la época de los saldos y las vacas flacas, aunque algunas editoriales pequeñas –no olvidemos también el abaratamiento de los procesos de producción‑ puedan sufrir ese efecto, también hay un lado beneficioso: popularizar el género, puesto que disponen de medios y una distribución infinitamente superior a la de las restantes editoriales, y mantener un puesto fijo en los estantes de novedades de las grandes superficies.

   ¿Algún proyecto o novela que puedas anticiparnos?

   Muchos, quizá demasiados. De momento tienen que aparecer dos ensayos, uno dedicado a la fantasía del que fui coordinador, y otro a un actor del cine mudo. Si nada se tuerce, ambos aparecerán entre marzo y mayo de este año. En compañía de Amadeo Garrigós llevo casi un año escribiendo una novela de ciencia ficción, Tiempo prestado. Probablemente se trata de la novela más ambiciosa en la que me he embarcado, pero bueno, es mejor darle tiempo al tiempo. Hay otro proyecto por ahí, pero prefiero no mencionarlo para no gafarlo. También estoy preparando una antología de relatos de terror, pero dudo que aparezca antes de tres o cuatro de años. Por ahora me limito a escribir los relatos, imprimirlos y archivarlos en una carpeta.

   Gracias por dejarnos hacerte esta entrevista, y por todas las facilidades dadas para ello.

   No las merece, gracias a vosotros. Ha sido un placer.

 

   Bibliografía del autor en cYbErDaRk.NeT >>


  Foto de José Miguel Pallarés cortesía de: Melmoth 
  Portada de Bula Matari cortesía de Sulaco Ediciones

  @2003 J. Fidel Insua para cYbErDaRk.NeT
   Prohibida su reproducción sin permiso expreso del autor

2004-01-24 12:01   Edward Hyde
No, no soy dibujante.
2003-05-13 02:58   sheldon
Disculpad mi ignorancia, este Pallarés ¿no será el que hace las tiras de Baldomero en "El Jueves"
2003-04-20 07:58   pardero
Me gustó el contenido de esta entrevista, y me despierta el deseo de leer al autor. Sólo que aquí en Baja California ya resulta bastante difícil encontrar ciencia ficción clásica, menos encontrar algo de un escritor no gringo, que son los que campean en el género... Recuerdo, una vez en Ensenada, busqué en las tres mejores librerías del puerto... Y me sentí triunfante, pues sólo encontré "Laberinto de Muerte" de Phillip K.Dick. Era el único libro de Sci-Fi en la ciudad...
2003-04-12 19:50   Fidel
Gracias Sphiroth y Starhawk por lo comentarios, me alegro de que el objetivo que me plantée al hacer la entrevista, el acercar la figura de José Miguel Pallarés, en sus múltiples facetas al gran público, parece que se ha cumplido. No sería justo no agradecer toda la ayuda prestada por José Miguel Pallarés, para documentarme para esta entrevista, desde pasarme una novela suya que está descatalogada, pasarme la dirección de su página web personal, portadas escaneadas,...
Y si, es un tipo sensato, además de afable y de una gran generosidad.
2003-04-07 17:12   Starhawk
Un tipo sensato, que es para mi gusto casi el mejor cumplido que se le puede dedicar hoy día a nadie. Oir a un hombre prudente da ganas y curiosidad por leer lo que tenga que decir de otras cosas, así que por mi parte me convertiré en lectora suya, que es lo que creo que mas aprecia un escritor.

Respecto al entrevistador, Fidel, me ha gustao, acabas de dejar por los suelos a Gustavo el reportero más dicharachero y el que más me gusta!!!.
Bromas aparte, buenas preguntas, interesantes y certeras.
Enhorabuena, compañero!!.
2003-04-05 23:03   Sephiroth
Muy interesante.

Ya era hora de ponerse cara a cara con un autor español y hablar largo y tendido.

Me ha parecido muy oportuna la pregunta "¿Un buen escritor debe ser también un buen lector?" y sobre todo me ha gustado la respuesta. Creo que no la podría haber contestado mejor.

Esperemos que los escritores nacionales del género sigan progresando y se destaquen como merecen.

Enhorabuena a Fidel -ya tengo los dos primeros de Conan ;)- y gracias a José Miguel Pallarés.

Un saludo.
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