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TRÁNSITO,
de Connie Willis

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Tránsito, de Connie Willis

Ediciones B, colección Nova, 2003


La autora en cYbErDaRk.NeT

por J. Fidel Insua, abril 2003

 

   La muerte es un tema peliagudo. Es algo aterrador, que se escapa a nuestra comprensión. Y ese desconocimiento provoca una búsqueda de respuestas, ya sean de índole científico o místico. Como la propia Connie Willis comentaba en un artículo en la revista Locus que "la muerte es un tema sobre el cual a los americanos no les gusta hablar. Supongo que a nadie le gusta, pero especialmente nuestra cultura americana no quiere reconocer la muerte". Más adelante en el mismo artículo, comentaba que "la muerte sigue siendo la peor cosa en nuestras vidas. La gente habla sobre como los hechos de la vida, los grandes secretos de la vida, tienen que ver con el sexo, lo que es ridículo. Porque cualquier chico puede entenderlo o descubrirlo por medio de alguien. El hecho real de la vida adulta, es la muerte – este terrible secreto".  Y sobre este terrible secreto, ese tabú sobre el que evitamos hablar, es el eje central de Tránsito, la última novela de Connie Willis.

   En dicha obra, la autora logra conjugar sus dos estilos literarios: el humorístico, que encontramos en Oveja Mansa, Por no Mencionar al Perro y Territorio Inexplorado, y el más serio y desolador de novelas como El Libro del día del Juicio Final, Remake, o de relatos como Servicio de Vigilancia. Además de esta combinación de estilo, adereza la trama con ingredientes propios de un  thriller, siendo esto inédito en toda su carrera literaria. Esto último, por sí solo, no tendría que ser negativo, al contrario, pero si le unimos también el hecho de que, como ocurre en la gran parte de los thrillers actuales, el desarrollo de la trama es inversamente proporcional al volumen del libro, el resultado no es el deseado.

   A nadie se le escapa que Connie Willis es una de las plumas más importantes en la Ciencia Ficción actual. Bueno, sin ir más lejos, es la autora que más premios ha recogido a lo largo de su carrera en el mundo de la Ciencia Ficción (y los que le quedan...). Pero, al igual que en Por no Mencionar al Perro, su novela anterior, la autora vuelve a desarrollar una historia en muchas páginas más de las que necesitaría para contarla. Y es que las 750 páginas con las que cuenta la novela parecen excesivas para el desarrollo de la trama, visto de lo que es capaz la autora en obras como Oveja Mansa, obra menos extensa pero de claramente superior, con la que guarda muchas similitudes, como pueden ser la estructura, o el hecho de que en ambas la protagonista sea una científica que está en un proyecto de investigación, sobre las modas en Oveja Mansa, y las ECM (Experiencias Cercanas a la Muerte) en Tránsito, o el comienzo de los capítulos, ya que en Oveja Mansa se nos resumían modas, y en Tránsito son últimas frases pronunciadas por gente antes de morir las que ocupan el encabezamiento de cada capítulo, o esos secundarios que sacan de sus casillas y hacen la vida imposible a la protagonista.

   En Tránsito, Joanna Lander es una joven doctora que investiga las ECM en el Mercy General, un enorme hospital, que parece diseñado por el mismísimo Kafka, en el que es imposible ir de una sección a otra por el mismo camino dos veces seguidas. Joanna se dedica inicialmente a anotar y recopilar lo que han visto los pacientes que han sufrido una ECM; ya sabéis, esas experiencias en las que el sujeto, tras una parada cardíaca, por ejemplo, cree haber visto una luz al final un túnel, con experiencias extracorporales,  una revisión de toda su vida anterior, sensación de paz... Como investigadora, intenta encontrar pautas comunes entre las diversas ECM, que den una respuesta científica que eche por tierra las explicaciones pseudomísticas del doctor Mandrake, un "colega" suyo que está convencido que las ECM son mensajes del "Otro Lado". Pero la investigación toma un rumbo distinto cuando comienza a trabajar con el Doctor Wright, otro científico que estudia las ECM pero desde otra perspectiva: intentando simularlas en pacientes, mediante unas condiciones controladas, al suministrarles una droga que actúa sobre el cerebro, estimulándolo para que reproduzca los síntomas de las ECM. Y hasta aquí puedo leer...

   Una de las mayores virtudes de la novela es la confrontación entre las explicaciones científicas y místicas. A lo largo del libro, Willis nos maneja a su antojo, situándonos, o situando la explicación de las ECM, más cerca de un lado o de otro. Y es que es difícil  posicionarse cuando no se tienen pruebas tangibles de ninguno de los dos lados. Por que no las hay... ¿verdad?

   Como ya comenté anteriormente, Tránsito es demasiado extensa. Hay momentos en los que la autora prolonga las situaciones innecesariamente. Sí, de acuerdo, las discusiones de Joanna con sus pacientes son graciosas, pero cuando la situación se repite tanto, pierde frescura. Hay momentos en los que sabes lo que van a decir los personajes, porque ya lo han dicho antes. Al igual que ocurre con las descripciones sobre el funcionamiento del cerebro y los neurotransmisores. Willis se ha documentado a conciencia sobre el tema, y se nota, pero se nota demasiado.

   Uno de los puntos fuertes de Willis en sus anteriores novelas, la creación de personajes, no es tan brillante en Tránsito. Aquí son personajes muy estereotipados y previsibles. No quiero decir con esto que estén mal construidos, sino que no llegan tanto al lector. Ni siquiera el doctor Mandrake logra ser todo lo irritante que podría...

   A pesar de todo esto, el libro se lee muy bien. Quizás es el ritmo frenético que impone un thriller. Quizás el gran oficio que siempre tiene Willis, capaz de sacarnos más de una sonrisa con esos diálogos marca de la casa. O puede que sea esa necesidad de una explicación de la muerte (o de las ECM) que buscan los protagonistas, y por ende el lector.

   Pero la novela, como casi todos los trabajos de Willis, tiene cosas memorables. Hay una metáfora, la metáfora central del libro, que tal y como se presta a indicar Miquel Barceló en el prologo, es realmente brillante, de lo mejorcito que ha dado el género. Y que no puedo comentar aquí por motivos obvios, claro está.

   En resumen, una novela que se lee con agrado, pero que, si bien no es tan floja como Por no Mencionar al Perro, no alcanza la brillantez de sus mejores trabajos. Es como leer un bestseller bien escrito. Una obra menor, a pesar del número de páginas, dentro del brillante currículum de la autora.

 

@ 2003 J. Fidel Insua para cYbErDaRk.NeT
Prohibida la reproducción sin permiso expreso del autor

 

2003-05-11 18:40   Fidel
No te puedo contestar sin destripar el libro, lo siento, si tienes muchísima curiosidad y no te importa que te destripe el libro mándame un mail privado y te contesto.
2003-05-09 20:23   Cornelius
El tema de gran trascendencia - la vida después de la vida - combinado con lo cotidiano: las escaleras, los pasillos, las peliculas o la busqueda de un novio. ¿Existe alguna otra metáfora oculta en las páginas de este libro?
2003-05-08 00:04   yarhel
El artículo es muy interesante y me ha decidido a leerme el libro, aunque no sé si empezaré por él o por algún otro de Willis (aún no me he leído ninguno). Desde luego, es bastante más informativo y claro que la contraportada ;)
2003-05-02 17:51   elucas
Leí la novela antes de leer esta crítica, y estoy completamente de acuerdo con ella. Con 300 páginas hubiera quedado muy bién. Ciertamente es irritante la repetición de ciertas situaciones (acaba uno de escaleras, ascensores y pasillos hasta los pelos). Mucho mejor oveja mansa. El hecho de calificar como obra menor (calificativo con el que estoy de acuerdo) un novelón de más de 700 páginas, como comprendereis la lastra notablemente; yo la bajaría del montón por leer, sinceramente.
2003-05-01 22:08   vorkosigan
Gracias por tus comentarios, creo que despues de leer la critica el libro avanzara algunos puestos en el monton de pendientes.