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Todos sobre Zanzíbar,
de John Brunner
Título original:
Stand on Zanzibar (1968)
Portada:
Jim Burns © via Thomas Schlück GmbH
Traducción:
Jesús Gómez García
La Factoría de Ideas Solaris Ficción (32), 2003
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por Joaquín Revuelta (Koyote), febrero 2004
Las cosas claras y el chocolate espeso: éste es uno de los libros más
difíciles que os vais a encontrar en toda vuestra vida de lectores compulsivos. ¿Quiere
decir esto que su lectura no es recomendable? Au contraire, mes amis. En realidad
sería un verdadero pecado que os privarais de ella. Es una obra maestra, así
de simple y así de complicado.
Hay un arte especial, casi un don divino, en la capacidad de
extrapolación que poseen por lo general las obras de ciencia ficción. Esa mezcla
de posibles y de realidades en lo que se refiere a ciencia y tecnología, historia y
política, que se extienden hacia el futuro lejano o cercano dejándonos en los
labios ese regusto de situación ciertamente plausible. John Brunner dominaba este arte
como nadie, y llega a cotas insuperables en la concepción de la novela que nos ocupa:
Todos sobre Zanzíbar, una estremecedora, a veces divertida, fascinante
visión de la sociedad del siglo XXI vista desde la perspectiva de un visionario de
finales de los sesenta. El libro fue publicado por primera vez en 1968, consiguiendo el Hugo
casi de inmediato, y permaneciendo en la cresta de la ola de los aficionados hasta nuestros
días.
Para empezar, es una obra visionaria en todo su conjunto. Te pone los
pelos de punta comprobar que está escrita en las postrimerías de la
década de los sesenta, te hace pensar que Brunner hizo una especie de pacto con el
diablo para contemplar el futuro durante unos instantes preciosos, y que luego volcó
esas imágenes en forma de novela arriesgada y compulsiva, multiforme, cambiante,
decididamente provocadora. Tras su lectura, uno se queda con esa impresión vaga y
repetitiva de que todo cuanto ha absorbido le parece demasiado familiar, demasiado cercano,
la misma impresión que nos provocaban cuando pequeños los libros de Verne o
Wells, avanzados en extremo para la época en la que fueron escritos.
Todos sobre Zanzíbar muestra una desgarradora
visión del futuro frío y desolado que le espera a nuestra sociedad occidental,
esclava de un siglo superpoblado e inmensamente cruel, en el que los seres humanos no son
más que un campo abonado del cual aprovecharse. Drogas legales, un feroz y despiadado
control de natalidad impuesto por las circunstancias (donde los que se atreven a tener
más hijos que los permitidos acaban por ser parias despreciados por la comunidad),
almas vacías como desiertos, personajes perdidos en situaciones que son incapaces de
controlar… La cruda realidad, tal y como Brunner la imaginó; espantosamente parecida
a lo que nos rodea en la actualidad.
Debido a la difícil estructura de la novela (que bebe
directamente, para qué negarlo, de Manhattan Transfer de John Dos Passos),
asistimos asombrados a las mil y una historias entrecruzadas que se desarrollan en el
devenir de un día normal en esa repugnante sociedad del futuro, desde los estratos
más humildes hasta las más altas esferas, conformando un mosaico en nuestras
mentes que nos da una visión general, casi holística, del mundo en el que se
desenvuelven los personajes. Sobre todo de la presión que ejercen los medios de
comunicación, algo tan cercano a nosotros que, y siento repetirme, puede llegar a
asustarte llegado el momento. Contemplamos un desfile de fragmentos de historias, aparentemente
inconexos, que van formando la línea quebrada de la narración. La
comprensión de la trama total es difícil, y es uno de esos libros que se
entienden mejor un par de días después de acabada su lectura, cuando hemos
reposado y consultado con la almohada.
Por supuesto Brunner no acertó en todas sus predicciones. No
vio el colapso del comunismo en el horizonte, y la informática, a pesar de que un
supercomputador es uno de los personajes principales, es ingenua y obsoleta. Cuesta creer
que no pudiera concebir los ordenadores personales o el impacto de la Red de Redes, aunque
esboza ligeros apuntes, más arriesgados que consistentes. Pero sí que echa el
resto con el poder cada vez más amenazador de las multinacionales, de las corporaciones
mediáticas y las omnipresentes (y omniscientes) cadenas de televisión, y de la
cada vez más creciente separación entre el mundo rico y el mundo pobre. De hecho,
una de las subtramas "principales" narra las vicisitudes de una de esas poderosas
empresas para intentar comprar un mísero y paupérrimo estado africano. El hecho
es que, treinta y cinco años después de su primera publicación, la
distopía futura de Brunner aún es capaz de mantener el interés del lector,
lo suficiente para impregnar de desasosiego una ya de por sé complicada lectura.
Esta no sería la única novela que Brunner dedicó a
investigar el "impacto del futuro" sobre la sociedad humana, hasta el punto de que
muchos críticos consideran que sólo forma parte de una tetralogía mayor
que se completaría con El jinete en la onda de shock, El
rebaño ciego, y Órbita inestable. Si bien todas ellas
amplifican o desarrollan muchos de los temas propuestos en Todos sobre
Zanzíbar, lo cierto es que no comparten línea argumental alguna,
por lo que nos lleva a pensar en que son variaciones sobre el mismo tema más que
ampliaciones de la propuesta original. En todo caso, su lectura es muy, muy recomendable
para tener esa visión general de la enorme importancia de la obra de Brunner en su
conjunto.
Para terminar, un breve comentario sobre la edición de La
Factoría de Ideas. Más de lo mismo. Una obra tan densa no es muy
cómoda de leer en el formato en que la han presentado. El cuerpo de la letra
demasiado pequeño para la inmensa cantidad de ideas que hay que retener durante
la lectura, llega a resultar agobiante, sobre todo si has tenido la suerte de usar primero
la editada por Acervo, mucho más cómoda. La traducción es la
misma en ambos casos, no muy mala, pero tampoco buena, con enormes y abultados deslices
que se pierden en el conjunto, pero que trastocan un poco algunas ideas (traducir
soft cell por "célula suave" en lugar de "celda acolchada"
no ayuda mucho a entender un capítulo que detalla la naturaleza de la locura).
Este es un libro importante, y quizá hubiera merecido una revisión para
actualizar algunos términos y corregir algunas erratas.
Una novela, en suma, harto recomendable, imprescindible, con la
que conseguirán un pasaje en clase turista en el expreso de la locura. Disfruten
del viaje. Tendrán mucho en qué pensar cuando lleguen a su destino.
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