<< Volver

(nota: es posible que algunas imágenes y/o enlaces no funcionen)

El viaje en el tiempo en la ciencia ficción

Este artículo ha sido leído 69497 veces

   Por Francisco Javier Esteban (Sisko) y Enric Quílez (Yarhel)


[ Reseña: Cronopaisajes ] [ El viaje en el tiempo en la cf ]
[ El futuro: ese país desconocido ] [ Películas de viajes en el tiempo ]
[ El viaje en el tiempo y el rol: una aproximación ]

Introducción

   ¿Por qué un artículo para hablar acerca del viaje en el tiempo? La ciencia ficción ha tocado este tema en multitud de ocasiones y desde muchos puntos de vista, por medio de la pluma de escritores tan dispares como Brian Aldiss, Poul Anderson, Isaac Asimov, Greg Bear, Gregory Benford, Alfred Bester, Ray Bradbury, Fredric Brown, Arthur C. Clarke, Philip K. Dick, Robert A. Heinlein, Stanislaw Lem, Robert Silverberg, Clifford D. Simak, John Varley,...

   La lista de autores consagrados que tienen al menos un relato o novela sobre el viaje en el tiempo parece no tener fin. ¿Por qué el tema provoca tanta fascinación y tantos ríos de tinta? Tal vez la respuesta sea que el viaje temporal permite dar rienda suelta a la imaginación, a la vez que obliga a agudizar el ingenio. Podemos trasladarnos a cualquier época de la Historia o explorar el futuro remoto, pero las reglas utilizadas marcarán claramente lo que es posible o imposible. Esto, lejos de resultar inconveniente, es un aliciente que permite al escritor demostrarnos su lucidez. En consecuencia, la temática es rica en sorpresas.

   En este artículo pretendemos repasar los cuentos y novelas que han abordado el desplazamiento temporal, agrupándolos según las ideas que tratan. Los primeros suelen ser más propicios para exposiciones con sorpresa final, mientras que las segundas, dada su mayor extensión, permiten tramas más complejas y desarrollos conceptuales más sofisticados.

   Como es bueno comenzar siempre con los pioneros, debemos remontarnos a los orígenes de la ciencia ficción moderna y a uno de sus padres fundadores: Herbert George Wells. Aunque no fue el primero que trató el tema del viaje en el tiempo...

Wells y su máquina

   El interés en el viaje temporal no es, en absoluto, reciente, pues fue una de las primeras temáticas tratadas en la literatura de ciencia ficción. El primer relato conocido fue "El reloj que marchaba hacia atrás", de Edward Page Mitchell, escrito en 1881. En nuestro país, y en una fecha tan “lejana” como 1887, el dramaturgo Enrique Gaspar publicó El anacronópete, con una máquina que permitía sólo viajar al pasado.

 

La máquina del tiempo

 

   Pero el autor que consagró la temática del viaje en el tiempo fue Herbert George Wells. Su primera incursión en el tema fue el relato "The Chronic Argonauts" publicado en 1888. Trata sobre un científico que viaja al pasado con la intención de cometer un asesinato. Unos años después, en 1895, y basándose muy superficialmente en él, creó La máquina del tiempo, la obra que popularizó la temática del viaje temporal. En ella, el Viajero se traslada hasta un futuro remoto en el que la Humanidad se ha escindido en dos especies diferentes: los ociosos e ingenuos elois y los trabajadores y peligrosos morlocks. La máquina del tiempo es uno de los romances científicos clásicos de Wells, donde se mezclan hábilmente los temas de ciencia ficción con los de especulación filosófica acerca del futuro y naturaleza de la Humanidad.

   Es innegable la enorme influencia de este libro, no sólo en la temática del viaje en el tiempo, que prácticamente inició, sino en toda la ciencia ficción. Raro es el escritor de género que no ha tenido como referente alguna vez esta obra.

Cómo viajar por el tiempo

   La literatura fantástica ha ideado todo tipo de recursos a fin de viajar en el tiempo, que podemos clasificar en cuatro grandes grupos: las máquinas del tiempo, fenómenos naturales o artificiales, la transmisión de información y la transferencia mental.

Máquinas de todo tipo.

   Wells popularizó el concepto de máquina del tiempo, o sea, un artefacto que permite desplazarnos a una determinada fecha, viajando a través del tiempo, ya sea al pasado o al futuro. Dicho viaje puede tener limitaciones, crear paradojas u originar los cambios más dramáticos que uno sea capaz de imaginar. Por lo general, la máquina suele ser un mecanismo bastante aparatoso, dotado de ruedas giratorias y con todo tipo de indicadores luminosos, como sucede en La máquina del tiempo.

 

La patrulla del tiempo

 

   En los relatos y novelas de la Patrulla del tiempo (Poul Anderson), el viaje temporal se produce mediante un aparato semejante a un spider volante, que permite tanto el desplazamiento espacial como el temporal. Mientras, en Rescate en el tiempo de Michael Crichton, un grupo de historiadores y arqueólogos deben viajar a la Edad Media mediante unas curiosas máquinas que los escanean mediante resonancia magnética nuclear, los desintegran con potentes láseres y los envían al pasado en donde son misteriosamente reconstruidos. Todo ello es posible gracias a una avanzada tecnología de computación cuántica, no exenta de peligrosos efectos secundarios.

   Por supuesto, algunas máquinas temporales pueden ser portátiles, como es el caso de Por el tiempo, de Robert Silverberg, donde se utilizan cinturones con una rueda graduada que les permite seleccionar la fecha de destino. Pero en general, predominan las máquinas o salas de transporte ("Servicio de vigilancia", de Connie Willis o "Intenta cambiar el pasado", de Fritz Leiber)

   Las naves espaciales también pueden acabar siendo un vehículo temporal cuando son sometidas a situaciones extremas. Así, en Fiasco, de Stanislaw Lem, una nave utiliza el intenso campo gravitatorio de una estrella ultradensa para viajar en el tiempo y acortar así el trayecto. Esto también puede suceder accidentalmente y no hace falta ir más allá del Sol: en "Houston, Houston, ¿me reciben?", de James Tiptree Jr. una nave es lanzada al futuro al pasar muy cerca de nuestra estrella, aunque el futuro no es en absoluto como se lo habían imaginado.

   De Asimov son los relatos de la tiotimolina resublimada, en los que el viaje temporal se ve posibilitado por este producto químico, tan ávido de agua que se disuelve justo antes de entrar en contacto con ella, cosa que permite, una vez dispuesta en el casco de una astronave, el viaje espacial y temporal. Este fenómeno se trata en el divertido relato "Las propiedades endocrónicas de la tiotimolina resublimada" y en otros de la misma serie como "Tiotimolina para las estrellas".

   El viaje puede tener algunas restricciones. En "La carrera de la reina encarnada", del mismo autor, se destaca el enorme coste energético, por lo que se precisa de toda la potencia de una central nuclear. Y no es siempre un lecho de rosas. En "La opción de Hobson" (Alfred Bester) se impone la limitación de que sólo la carne pueda viajar en el tiempo, esto es, nada de ropa, ni de empastes dentales ni ningún otro objeto. Por último, en las novelas y relatos sobre viaje temporal de Connie Willis, la limitación consiste en no poder sustraer ni introducir ningún objeto de/en el pasado que pudiera ocasionar paradojas temporales, como sucede en Por no mencionar al perro.

Fenómenos temporales.

 

Un guijarro en el cielo

 

   A veces, el viaje se produce debido a un fenómeno físico –natural o artificial– que genera un campo temporal o una disrupción en el continuo espacio–tiempo (sea ello lo que fuere). Tanto en Un guijarro en el cielo (Isaac Asimov), como en "El orinal floreado" (Alfred Bester), el protagonista es trasladado al futuro debido a un fenómeno desconocido de origen nuclear, dejándolo en una época completamente diferente de la que provenía. El mismo fenómeno es detalladamente descrito en El triunfo de la Fundación, de David Brin.

   También un suceso de origen desconocido, relacionado con explosiones muy energéticas, es el responsable en "Desayuno en el crepúsculo" (Philip K. Dick) de que una casa con toda la familia que la habita sea trasladada a un futuro cercano, en el que el mundo se ha convertido en una devastación horrorosa y en donde la guerra es el centro de todo.

   Estas brechas temporales no son extrañas. Tal es el caso de "El hombre afectado" de Robert Sheckley, donde un hombre que está a punto de abandonar su piso para un traslado, descubre consternado que no es capaz de bajar las escaleras ya que, cuando intenta hacerlo, se ve transportado al pasado. Se trata de un relato peculiar, escrito con el típico estilo socarrón de Sheckley y que recuerda un poco a la posterior La guía del autoestopista galáctico de Adams.

   Pero tal vez uno de los relatos más espectaculares que se han escrito nunca sobre fenómenos temporales es "Al margen del tiempo", de Murray Leinster. En él se nos describe nuestro planeta afectado por un fenómeno de origen desconocido que hace que diferentes universos paralelos de líneas temporales distintas se mezclen durante un tiempo. Así, una Norteamérica contemporánea debe convivir con otras realidades en que ha sido conquistada por la Roma imperial, por los vikingos, chinos o rusos o en las que el carbonífero aún perdura con su característica flora y fauna. Naturalmente, dicha convivencia resulta muy problemática...

Enviando y Recibiendo.

   Otras veces el escritor quiere que sólo haya flujo de información por el río del tiempo y no tránsito de materia. Es decir: que circulen sólo bits y no átomos. Esta información suele ser concerniente al pasado.

 

Luz de otros días

 

   En relatos como "E de esfuerzo", de T. L. Sherred, "El pasado muerto", de Asimov o la reciente novela Luz de otros días, de Arthur C. Clarke y Stephen Baxter, una serie de tecnologías permiten observar el pasado. De parecida temática es el fix–up Otros días, otros ojos, de Bob Shaw. Mediante un material, denominado vidrio lento, que frena notablemente la velocidad de la luz en su interior, es posible observar lo que ha sucedido en el pasado, siempre que haya sido expuesto ante dichos cristales.

   Pero, sin duda alguna, la novela que mejor ha tratado este tema es Cronopaisaje, de Gregory Benford, en que unos científicos tratan de enviar información al pasado utilizando un material radiactivo que fue empleado anteriormente en experimentación nuclear. Benford nos describe dos realidades paralelas: una, un futuro cercano azotado por una terrible crisis ecológica, y otra, un pasado reciente que se quiere cambiar a fin de evitar la catástrofe. Lo novedoso de la obra es que lo que se transmite es información y los científicos del futuro deberán enviar una señal a los del pasado a fin de llamar su atención e iniciar un curioso, y muy sui generis, diálogo intertemporal.

El cerebro como máquina del tiempo.

   Algunos métodos de viaje temporal no tienen nada de tecnológico. Tal es el caso de los llamados sistemas de transferencia mental, mediante la cual un individuo es capaz de conectar con mentes de otras épocas o, incluso, de viajar mentalmente al pasado y efectuar cambios en la línea temporal. En esta categoría entrarían también las prospectivas (ver el futuro) y las retrospectivas (ver lo que sucedió en el pasado).

   Un buen ejemplo de ello es "Una y otra vez" de Henry Beam Piper: tras producirse la Tercera Guerra Mundial, la mente del protagonista se transfiere a sí mismo cuando era niño debido a una fortuita combinación de explosión nuclear y de uso de drogas médicas. Pese a volver a vivir en un cuerpo de niño, conserva todos sus conocimientos de adulto y decidirá cambiar el curso de la Historia.

   Asimov nos expone un sistema de transferencia mental en dos de sus relatos: "¿Intercambio justo?", en que el protagonista viaja mentalmente al pasado resonando con una mente similar a la suya y alterando sutilmente su propia vida, y "Los vientos del cambio", en que la alteración es mucho menos sutil y en donde las consecuencias son de alcance global, redundando en provecho del protagonista. Mientras, en la novela Memorias de Mike McQuay, los viajeros pueden ir al pasado tomando el control mental de una persona de esa época, siempre que sea un antepasado suyo.

 

El círculo de Jericó

 

   El fenómeno de la resonancia mental también se da en "El mensaje perdido", de César Mallorquí, peculiarísimo relato en que el cerebro del gitano Gedeón Montoya es tocado al nacer por un rayo de características inefables proveniente de una civilización extremadamente avanzada. Una de las excepcionales cosas que podrá hacer Gedeón es entrar en contacto con una misteriosa dama del pasado que no es otra sino la mismísima reina Ginebra de Camelot.

   Un caso especial lo hallamos en "El círculo de cero", de Stanley G. Weinbaum, que utiliza un curioso argumento: el tiempo es infinito, por lo que todas las posibles combinaciones de sucesos ya se han dado. De esta manera, y mediante regresión hipnótica, el protagonista consigue viajar mentalmente a un pasado paralelo a fin de poder anticiparse a su propio futuro.

   Para concluir este grupo, no podemos olvidarnos de "Minority report", de Philip K. Dick, en el que unos seres (los precogs) son capaces de ver los crímenes antes de que sucedan, cosa que es aprovechada por la policía para detener al futuro asesino antes de que mate a su víctima. Este relato, llevado recientemente al cine, plantea además el siempre espinoso tema del libre albedrío humano con gran maestría.

La naturaleza del tiempo

   El viaje en el tiempo ha suscitado todo tipo de cuestiones filosóficas. Por un lado, el viaje al futuro plantea la duda de cómo se puede ir a un tiempo que aún no ha sucedido, mientras que el viaje al pasado puede comportar la creación de paradojas: ¿qué pasa si retrocedo en el tiempo y mato a mi abuelo antes de que éste deje descendencia? Yo no podría haber nacido y difícilmente estaría allí para poder matarlo.

   Esto es una manera simple de plantearlo. Si se considera el tiempo como algo eterno y preexistente –como un río que fluye, pero que está allí–, es posible viajar al futuro aunque nosotros aún no lo hayamos vivido, pero el viaje al pasado sólo está permitido si no alteramos para nada la Historia (cosa difícil). Muchas son las maneras de considerar el flujo temporal y de evitar las paradojas que la ciencia ficción ha desarrollado. En lo que al viaje al pasado se refiere (dejaremos para otro artículo el viaje al futuro), hay dos grandes grupos de teorías: las que permiten alterar el pasado y las que no lo permiten.

Pasado alterable o inalterable

   Las teorías que permiten alterar el pasado pueden producir paradojas temporales o no producirlas. Supongamos el caso típico: viajo al pasado e intento asesinar a mi abuelo (¡qué fijación!, ¿no?). Si lo consigo, podrían producirse toda una serie de cambios en cascada o cronoseísmo que alterarían completamente el futuro. Algunos autores consideran que, aunque alterase el pasado, a mi no me sucedería nada ya que tengo mi propia línea temporal o bien me he incorporado a otra, con lo que estaría a salvo de los cambios introducidos en la primera. El futuro será diferente, pero yo sobreviviré (no se puede decir lo mismo de mi pobre abuelo).

 

Crónicas del gran tiempo


 

   El relato con mayor renombre en lo que a cronoseísmos se refiere tal vez sea "Ruido atronador", de Ray Bradbury, excelente ejemplo de la teoría del caos, en el que la muerte de una mariposa en el pasado remoto acaba teniendo tremendas repercusiones políticas en el presente. En cambio, en La compañía del tiempo, de Kage Baker, las pequeñas alteraciones suelen atenuarse con el paso del tiempo. Esta visión la encontramos en muchas otras obras y parece indicar la existencia de una ley de conservación de la realidad, mediante la cual, el tiempo tiende a conservarse tal como es y a evitar los cambios bruscos. Esto mismo queda brillantemente expuesto en "Intenta cambiar el pasado", de Fritz Leiber, donde un viajero temporal intenta evitar su propia muerte, pero el tejido temporal es realmente obstinado...

   Un "truco" habitual para evitar las paradojas y los engorrosos cronoseísmos es la teoría de los multiversos. Así, el universo se escindirá en dos líneas temporales: en una, mi abuelo está muerto; en la otra, está vivo y yo provengo de dicha línea temporal aunque ahora esté en la otra. Éste es el modo utilizado en Las naves del tiempo, de Stephen Baxter o en "Caminando en círculos" de Steven Utley. Esto, que puede parecer artificioso, ha sido considerado seriamente por los científicos como solución a otro tipo de paradojas cuánticas mucho más serias (para más información pregunte por el gato de Schrödinger).

 

El libro del día del juicio final

 

   Connie Willis, por ejemplo, nos ofrece todo un programa para solventar las paradojas temporales: el deslizamiento (nosotros programamos unas coordenadas espacio-temporales conflictivas, pero aparecemos en otras alejadas de éstas). Si eso falla, el tiempo aún dispone de las coincidencias (altero el curso de la Historia pero sucede algo muy improbable que lo restaura). Incluso, si intento realizar un viaje a algún punto de gran trascendencia histórica, el viaje no se producirá. Podemos ver estos conceptos en libros como El libro del Día del Juicio Final o en Por no mencionar al perro.

   Pero ¿qué pasa si se produce una paradoja? Algunos autores, como Fredric Brown, llegan a eliminar el Universo entero, pues éstas no son admisibles ("El experimento") o a insinuar dicho cataclismo (“Dragones en el centro”, de Joaquín Revuelta). Otra posibilidad, utilizada en Por el tiempo de Robert Silverberg, es que el viajero del tiempo esté protegido de todos los cambios producidos en el pasado mientras dure su viaje, pero en el momento de retornar al origen se materializarán de golpe. O sea, si mato a mi abuelo no notaré nada inmediatamente, pero al volver al presente simplemente desapareceré.

   El otro grupo de teorías nos dice que el pasado es completamente inalterable. Aunque yo viaje al pasado, no lograré producir paradojas. Si provoco un cambio, éste realmente habrá tenido lugar en el pasado y yo habré sido su causante. Supongamos que intento matar al abuelo: fallo el tiro y mato al oso que se lo hubiera comido si yo no hubiese estado allí. O bien: mato a mi abuelo, mi padre no nace, yo no nazco y, por lo tanto, no he podido viajar al pasado para matar a mi abuelo. Éste está vivo, porque yo no lo he matado y el tiempo se ha restaurado evitando la paradoja.

   "En la carrera de la reina encarnada" (Asimov), un intento de alterar el presente enviando un objeto de gran relevancia al pasado acaba siendo neutralizado, pues fue ese objeto precisamente el que hizo que la Historia fuese como es hoy día. Tal vez el relato más impactante en este sentido sea el divertido e irónico "La presión de un dedo", de Alfred Bester, en el que los intentos de evitar un colapso universal serán precisamente los causantes de dicha situación. Con una ambientación más trágica tenemos el reciente "En El Dorado", de Geoffrey A. Landis, en donde los viajes a través de agujeros de gusano ponen muchas veces a la gente en situaciones paradójicas bastante duras.

   También encontramos posiciones intermedias. Incluso si pudiésemos alterar acontecimientos de gran trascendencia, podría ser que las cosas a largo plazo acabasen no siendo tan diferentes. Este es el argumento de "La ecuación de Einstein", de Frederik Pohl, en el que unos científicos deciden asesinar a Einstein en el pasado a fin de evitar el descubrimiento de la energía nuclear y la consecuente III Guerra Mundial. Por desgracia para ellos, otro científico enunció las teorías de Einstein y la guerra va a tener lugar igualmente...

Los bucles temporales

   Otro de los grandes temas que tratan de explicar y explorar la naturaleza del tiempo son los bucles temporales, es decir, sucesos que son causados por ellos mismos. En un bucle de esta naturaleza se viola el principio de causalidad, por el que las causas preceden a los efectos. Algunos de los más notables relatos del viaje temporal (y posiblemente de la ciencia ficción) se encuentran en este grupo. Los hay que son notablemente cortos y concisos: "La flota vengadora", de Fredric Brown, que con su habitual maestría produce un bucle cerrado en apenas un par de páginas. O uno de los más enrevesados: "Por sus propios medios", de Robert A. Heinlein, con varios bucles cerrados afectándose los unos a los otros de manera ingeniosa. Aunque sin duda uno de los más originales es "Autor, autor", de Philip K. Dick, en el que un fallo en un pionero sistema de teletransporte origina uno de los libros más influyentes de toda la Historia de la Humanidad...

   El relato más logrado, magistral y definitivo de este tipo lo constituye sin menor género de dudas el clásico de Heinlein "Todos vosotros zombies", comentado en la reseña de Cronopaisajes.

 

Visiones peligrosas I

 

   Tampoco podemos dejar de citar el original y enrevesado "Mein Führer", de Rafael Marín, por el que desfilan unos pintorescos personajes dispuestos a todo con el fin de alterar la Historia relativa a la Segunda Guerra Mundial. Como colofón de este apartado nos gustaría hacer mención del originalísimo "La noche en que todo el tiempo escapó", de Brian W. Aldiss, incluido en Visiones peligrosas de Harlan Ellison, donde aparece un peculiar gas temporal, obtenido del subsuelo terrestre, cuya aplicación permite hacer retroceder el tiempo de manera local y que ha sido hábilmente canalizado por toda la superficie terrestre. Naturalmente, las consecuencias de un escape de este gas pueden llegar a ser apoteósicas... La originalidad de este relato radica en el hecho de que el tiempo parece tener consistencia material y, lo más interesante, que los cambios temporales son de carácter local y no universal.

   Para acabar, el reciente "Con dados cargados" de Rodolfo Martínez, donde el enfoque de la paradoja y el bucle temporal es diferente, ya que se recurre a una singularidad determinista, cosa bastante novedosa en el género.

Aplicaciones del viaje en el tiempo

   Cuando se habla de máquinas del tiempo, rara vez el tema central es el mecanismo en sí mismo, sino más bien la aplicación que se le da al viaje. Si tuviéramos a nuestra disposición una máquina del tiempo, ¿qué haríamos con ella? La ciencia ficción ha dado muchos usos al viaje en el tiempo, desde el meramente científico o exploratorio, a la más calculada explotación comercial. Aunque no dejan de sorprender algunas finalidades de lo más originales, como partidas de caza, turismo al por mayor o confinamiento de disidentes políticos.

Segundas oportunidades

   Una de las utilidades más evidentes es la de intentar cambiar el presente, que consideramos catastrófico, realizando un viaje al pasado para alterar la Historia y lograr una segunda oportunidad para no cometer los mismos errores. Por ejemplo, al producirse una guerra nuclear que ha devastado la ecología del planeta y ha puesto en peligro la supervivencia de la especie humana ("La ecuación de Einstein"), o bien una catástrofe ecológica (Cronopaisaje). A veces, la misión tiene éxito y se logra cambiar el presente según la intención inicial, pero otras el cambio no se produce según lo previsto y nuestro presente puede quedar igual o peor. Suelen ser historias con una cierta moraleja: somos lo que somos y no hay segundas oportunidades; o bien: estamos condenados a repetir siempre los mismos errores. También entran dentro de esta categoría las huídas de mundos moribundos. En Contra el tiempo, de Rafael Marín y Juan Miguel Aguilera, los dos protagonistas escapan de una Tierra condenada, al estar el Sol a punto de convertirse en una gigante roja, viajando al pasado. Sólo que las cosas no salen como habían previsto, quedando separados por 65 millones de años...

 

Puerta al verano

 

   En Puerta al verano, de Robert A. Heinlein, encontramos un doble viaje temporal: uno al futuro mediante criogenia y otro al pasado mediante máquina del tiempo. La finalidad de ambos viajes es la misma: vivir mejor, aunque para ello se tengan que crear todo tipo juegos temporales que fuercen al tiempo a cumplir nuestros deseos. También de Heinlein son las notables novelas Las cien vidas de Lazarus Long (o Los hijos de Matusalén, como se prefiera) y su continuación Tiempo para amar, en las que el protagonista nos explica sus idas y venidas por el devenir del tiempo en busca de la vida eterna, la felicidad y sus orígenes que, ¡cómo no!, acabarán siendo también su destino. Ahí es nada.

   Eso sí, no siempre son posibles las segundas oportunidades. En "Tiempo muerto", de José Antonio Cotrina se nos habla de un proyecto secreto para observar el pasado mediante una compleja máquina del tiempo. Pero pronto la cosa se descontrola y descubrimos un futuro terrible del que parece no haber escapatoria...

La investigación histórica.

   ¿Qué mejor manera de estudiar el pasado que viajar allí y comprobar los hechos in situ? En algunas novelas el viaje al pasado sirve de excusa para describirnos su sociedad con detalle. Por ejemplo, en El libro del Día del Jucio Final, de Connie Willis, se describe en profundidad la vida en la Inglaterra medieval devastada por las epidemias. Otro tanto sucede en Rescate en el tiempo, de Michael Crichton, aunque con un tono mucho más aventurero. Todo ello sirve de justificación para combinar la novela histórica con la ciencia ficción. Así, algunos de los relatos que componen La patrulla del tiempo, de Poul Anderson, cumplen con creces los requisitos. En "El pesar de Odín el Godo", se describe magistralmente la vida y costumbres de este pueblo en la época anterior a Atila; también la ciudad fenicia de Tiro en su esplendor ("Marfil y monas y pavos reales") o la Persia de Ciro ("El valor de ser un rey") son brillantemente retratadas.

   En Por no mencionar al perro (Connie Willis), se nos muestra detalladamente la Inglaterra victoriana, con sus partidos de croquet, sus casas de campo y su sociedad rígida y clasista, pero no exenta de un delicado encanto. Y Los sueños de Lincoln sirven de excusa a Willis para hablarnos de dos de los personajes históricos más importantes del siglo XIX de los Estados Unidos: el presidente Lincoln y el general Lee.

 

Atrapados en la prehistoria

 

   La reciente Atrapados en la prehistoria, de Michael Swanwick, trata de un experimento gubernamental consistente en enviar científicos al Cretáceo a fin de estudiar los dinosaurios. Por desgracia para ellos, un grupo de fundamentalistas saboteará el proyecto dejándolos varados en ese peligroso período.

   Sólo un enemigo: el tiempo, de Michael Bishop, nos narra la historia de un hombre que viaja dos millones de años hacia el pasado, hasta el África oriental y se enamora de una hembra de una tribu de homínidos, de la que acaba teniendo un hijo. La novela está muy bien documentada según las teorías antropológicas de la época. Y en el relato "El niño feo", de Isaac Asimov y en su posterior novelización, El hijo del tiempo, de Robert Silverberg, no se envía a ningún investigador a la prehistoria sino que se trae al presente a un niño Neanderthal para poderlo estudiar con detenimiento.

   A veces son los viajeros del futuro los que vienen a estudiar o visitar la sociedad actual, con finalidades no siempre claras. En esta línea tenemos Los viajeros de las gafas azules, de Juan G. Atienza, o Las máscaras del tiempo, de Robert Silverberg, en que la presencia del viajero del futuro desencadena todo tipo de consecuencias sociales.

¿Qué nos depara el futuro?

 

Las naves del tiempo

 

   Un uso natural para una máquina del tiempo sería satisfacer la curiosidad sobre nuestro destino. Visitar el futuro permite responder preguntas del tipo ¿cuál es el destino de la humanidad? ¿Tenemos futuro? ¿A dónde vamos? Sobre esto gira el argumento de La máquina del tiempo de H. G. Wells. En ella un viajero de la época victoriana viaja a un futuro remoto donde la especie humana ya no existe como tal. En su lugar encuentra a dos especies descendientes: los elois, que llevan una vida simple y tranquila en un vergel, y los morlocks, de aspecto siniestro, que viven ocultos bajo tierra ocupándose de sus máquinas. El viajero toma partido por los elois, que aún sin ser tan inteligentes como los humanos actuales, se parecen mucho más a nosotros que los “monstruosos” morlocks. En su continuación "autorizada", Las naves del tiempo de Stephen Baxter, el Viajero retorna al futuro y, además de ayudar a los elois, aprende también a ver a los morlocks como herederos de la especie humana, pues a pesar de su apariencia monstruosa son seres inteligentes y de una gran capacidad tecnológica; como que construyen una esfera Dyson alrededor del Sol.

   El futuro puede ser algo realmente raro e incomprensible, casi alienígena. Tal es el caso del extravagante El hijo del hombre de Robert Silverberg, donde nos habla de un futuro increíblemente remoto en el que no queda ni rastro de nada reconocible hoy día. O también de Silverberg, "Cuando fuimos a ver el fin del mundo", un interesante relato que describe múltiples formas de fin del mundo, todas ellas visitadas con fines bastante superficiales por humanos que viven en un presente casi apocalíptico que no parecen percibir dicha tesitura.

   Uno de los relatos más curisosos es "El convector Toynbee" de Ray Bradbury. Un científico cansado de ver la decadencia y falta de ilusión por el devenir del mundo contemporáneo, inventa una máquina del tiempo y viaja al futuro, de donde trae pruebas gráficas de que la Humanidad lo ha conseguido: las ciudades han sido reconstruidas, la contaminación ha sido desterrada, las especies en peligro de extinción ya no lo están y hasta se ha vencido al cáncer y a la mismísima muerte, cosa que espolea a los humanos del presente a avanzar en esa dirección. Se trata de un relato de profecía autocumplida, aunque nos depara una brillante sorpresa final.

Viaje con nosotros...

   Por supuesto, si nuestra sociedad dispusiese de máquinas del tiempo, sería muy difícil evitar que se les acabase dando un uso turístico, uno de los puntales de la economía moderna. El pasado sería una fuente inagotable de sensaciones y lugares para turistas intrépidos y con dinero.

 

Por el tiempo

 

   En Por el tiempo, de Robert Silverberg, una legión de turistas viajan al pasado utilizando una máquina del tiempo portátil. Cada grupo está dirigido por un guía temporal que les va conduciendo por las diferentes épocas, a fin de que los turistas vean los hechos históricos más importantes, sin obviar los momentos más morbosos. Y naturalmente, siempre hay alguien encargado de arreglar los desaguisados producidos por los turistas.

   Los turistas pueden provenir del futuro y ser invisibles, a menos que algún accidente acontezca o el turista quiera conseguir algo. Así, en "El visitante" de Ángel Torres Quesada, un visitante del futuro contacta con un crítico literario de ciencia ficción del presente con una finalidad no muy clara. La narración sirve de excusa a Torres Quesada para exponer ácidamente el carácter de los críticos literarios.

   Las motivaciones de estos viajeros casi nunca son evidentes. En el impactante "Época dorada", de Henry Kuttner y Catherine Moore, se cambia el punto de vista usual. Un grupo de turistas del futuro intentan alquilar habitaciones en un edificio aparentemente normal. La intriga surge al desconocer qué es lo que vienen a visitar y el porqué de tanto secretismo. Desde luego, la respuesta no defrauda en absoluto.

   Por supuesto, de ser todo esto posible, muchos de nosotros querríamos ver la Roma imperial o la Jerusalén de Jesucristo ("Vamos al Gólgota", de Garry Kilworth). Pero apuesto a que la principal atracción serían los dinosaurios. ¿Alguien podría resistirse a ir a verlos? Parece que no, por la enorme cantidad de relatos sobre este tema: en "La flecha del tiempo" de Arthur C. Clarke, unos paleontólogos que estudian unas pisadas de dinosaurio viajan al pasado para conocer cómo eran en realidad. El emotivo relato "Pobrecito guerrero", de Brian Aldiss, trata sobre un cazador que viaja al pasado para cazar dinosaurios en un acto fútil y con final ejemplar. En "El día de los cazadores", de Isaac Asimov, se nos muestra un pasado en el que los dinosaurios son inteligentes y se comportan de manera muy violenta, estableciéndose un cierto paralelismo con la Humanidad actual.

   Y podemos hallar aplicaciones casi surrealistas, como en la novela El restaurante del fin del mundo, de Douglas Adams, en la que los turistas viajan al futuro remoto, justo antes del Big Crunch, para disfrutar de una lujosa cena mientras se contempla el final del Universo. Naturalmente, un instante antes del final de todo, la maquinaria del restaurante se pone en marcha y lo desplaza a la posición inicial a fin de poder ofrecer una nueva velada escatológica.

Saqueando el pasado

 

La compañía del tiempo

 

   Con la máquina del tiempo podemos traer al presente objetos valiosos. Pero no cualquier cosa, sino sólo aquellas que se sabe que han desaparecido y que dejaron de ejercer influencia en la Historia, evitándose así las molestas paradojas. Éste es el argumento central de La compañía del tiempo de Kage Baker y de la serie de novelas iniciadas con ésta: se envían personas al pasado para que recuperen las grandes obras de arte perdidas o especies vegetales y animales extinguidas. Además, debido a un tratamiento biónico, estos viajeros son virtualmente inmortales y dotados de extraordinarias capacidades, cosa que les hace tener un punto de vista extremadamente cínico y soberbio.

   En un tono más jocoso encontramos "Una estatua para papá" (Asimov) donde se nos descubre el notable rendimiento que se podría extraer a unos huevos vivos de dinosaurio... En el más que original "Incursión aérea" de John Varley, lo que desaparecen son pasajeros de algunos aviones que se sabe van a tener un accidente catastrófico. Estas personas son llevadas al futuro a fin de evitar que la Humanidad, atacada por todo tipo de plagas, se extinga.

   El saqueo también puede provenir del pasado. Así sucede en el divertido relato de Robert Sheckley "Los deseos del rey", en que un extraño demonio de enigmático origen se dedica a saquear los electrodomésticos de una pareja a punto de casarse para llevárselos a su rey. Otro relato de Sheckley en que se produce algo parecido (en este caso, un timo) es "Doble indemnización", donde un hombre sin muchos escrúpulos decide viajar al pasado y simular un peculiar accidente para exigir a posteriori una indemnización millonaria a la agencia de seguros por tan inhabitual percance.

Los fisgones

   Desde luego espiar el pasado sería otra de las aplicaciones que le daríamos a una máquina o dispositivo que nos permitiese ver el pasado, y no siempre con finalidades científicas. En "E de Esfuerzo", de T. L. Sherred, los inventores de dicho aparato lo utilizan para crear la industria cinematográfica más realista jamás montada.

   El problema es que el pasado es un término muy amplio y el más reciente puede equivaler, de facto, al presente. ¿Qué político, empresario, actor, militar o persona anónima desearía que cualquiera pudiese observarlo en todo momento? Ello representaría el fin de la intimidad con todas las devastadoras consecuencias imaginables. De esto también tratan relatos como "El pasado muerto" (Asimov) y libros como Luz de otros días, de Clarke y Baxter, donde se explota brillantemente todas las consecuencias imaginables del uso de dicha tecnología: fin de la intimidad, resolución de crímenes, espionaje, estudio histórico e incluso la creación de una red humana que podría describirse como poco menos que una inteligencia colmenar.

 

Aparato de vuelo
rasante

 

   Los relatos y libros anteriores suelen citar también un aspecto que supondría esa posibilidad de fisgonear en el pasado: la recreación obsesiva de momentos angustiantes. Así, la madre que ha perdido a su hijo en un accidente, querría verlo y estar con él de alguna manera, con las terribles consecuencias psicológicas de este continuo revival. En un tono menos dramático pero con temática similar, tenemos "16 de junio en Anna's", de Karen Traviss, donde un hombre revive la juventud de su mujer grabada mediante una técnica de viaje temporal y que se ha convertido en todo un clásico para el resto del mundo.

   Un enfoque parecido, aunque desde un prisma mucho más sarcástico, lo encontramos en el relato "El espectáculo de televisión más grande de la Tierra", de J. G. Ballard, en el que las grandes televisiones planetarias deciden ir a filmar al pasado los grandes eventos de la Historia y, no encontrando estos tan espectaculares como la audiencia requiere, no dudarán en contratar extras para “realzarlos”.

Finalidades políticas y militares

 

Estación Hawksbill

 

   Por supuesto, sería muy extraño que a nadie se le hubiese ocurrido una aplicación política o militar para los viajes en el tiempo. En La estación Hawksbill, de Robert Silverberg, los disidentes políticos del gobierno totalitario de los Estados Unidos del siglo XXI son exiliados al pasado remoto, concretamente al período cámbrico, hace más de mil millones de años, por lo que su huída no sólo es imposible sino estéril.

   Alguien puede pensar que sería buena idea viajar al pasado y ponerle las cosas difíciles al enemigo. Claro que el enemigo puede pensar justo lo mismo y la guerra extenderse a todo el tiempo. Este es el espectacular marco de las guerras del cambio, de Fritz Leiber, un conjunto de relatos y novelas cortas con telón de fondo las eternas –nunca mejor dicho– disputas entre los dos mortales enemigos: las serpientes y las arañas, de las que apenas nada se dice. El gran tiempo es la novela de mayor extensión de la serie, mientras que los relatos han sido recopilados en Crónicas del gran tiempo. Algunos de los más memorables son "El soldado más veterano", que nos cuenta las batallitas de un soldado que ha combatido en innumerables guerras a lo largo de su vida, o "La mañana de la condenación", en donde una persona acaba sirviendo en los dos bandos de la guerra al mismo tiempo, sin que haya atisbo alguno de traición o doble juego en ello.

   La reciente "Legiones en el tiempo" de Michael Swanwick nos describe una lucha a gran escala por el tiempo que recuerda un poco a las guerras de Leiber, pero con un tratamiento distinto, pues aquí no se trata de dos facciones paritarias que utilizan el tiempo como campo de batalla, sino una lucha real entre diferentes épocas y razas.

   De gran originalidad es la idea de Los cronolitos, de Robert C. Wilson, en donde, sin previo aviso, empiezan a aparecer en la superficie terrestre unos misteriosos monolitos provenientes del futuro que parecen haber sido enviados a fin de conmemorar victorias en batallas que todavía no han ocurrido. La novela explica la historia del protagonista, de cómo esos cronolitos afectan a su vida, las maneras en que se puede alterar el pasado para que un determinado futuro se acabe produciendo y explora un tema hasta el momento poco trabajado: la importancia psicológica de saber que algo va a ocurrir.

   La conquista es también el tema de alguno de los relatos de La patrulla del tiempo, concretamente el que da nombre a la serie ("Patrulla del tiempo"), en la que un viajero temporal tratará de variar la Historia a fin de conseguir un futuro mejor. En otros, como en "Delenda Est", los malvados de turno no tendrán ningún escrúpulo en cambiar algún hecho crucial para poder hacerse ellos con el control del mundo.

   A veces la dominación política no se hace con fines militares, ni si quiera con fines imperialistas, sino por el bien de la Humanidad. Este es el argumento de una de las novelas más conocidas de Isaac Asimov: El fin de la Eternidad, en la que una organización pantemporal e increíblemente poderosa –La Eternidad– se encarga de velar por nuestro bienestar a lo largo de todas las épocas, manipulando un poco aquí y un poco allá, procurando introducir sutiles cambios que conduzcan a una mejora global del sistema. Aunque ya se sabe que el infierno está lleno de gente que tenía las mejores intenciones y la labor de La Eternidad acabará teniendo resultados diferentes a los deseados.

Engañando al tiempo

 

Naufragio en el tiempo real

 

   No siempre se produce un viaje en el tiempo. A veces es el tiempo el que resulta alterado o burlado de alguna manera, produciéndose unos efectos similares a los del viaje temporal. Uno de los ejemplos más espectaculares son las dos novelas de Vernor Vinge: La guerra de la paz y Naufragio en el tiempo real. En ellas aparecen las conocidas burbujas, que son esferas impenetrables en las que el tiempo queda prácticamente detenido. Inicialmente, tendrán una función militar, pues aviones, cohetes y hasta ejércitos enteros serán encerrados en su interior durante siglos, liberando al mundo de su presencia e imponiendo una sociedad de bajo nivel tecnológico que podrán controlar fácilmente. Y si alguien se resiste, es confinado en una de esas burbujas. Cuando algunas de las burbujas se disuelven se encuentran un mundo muy en el futuro, carente de Humanidad y en el que tendrán que convivir personas de diferentes épocas e intereses.

   En "Tren al Infierno", de Robert Bloch, a medio camino entre la ciencia ficción y la fantasía, el protagonista hace un pacto con el diablo por el que, a cambio de su alma, podrá detener el tiempo cuando lo desee y quedarse a vivir allí siempre. Pero la naturaleza humana es caprichosa y nuestro amigo no encuentra nunca el momento adecuado. Cuando le llega la hora de la muerte y el diablo viene a reclamar lo suyo, será burlado en el último instante.

   "Jeffty tiene cinco años" (Harlan Ellison) es de aquellos relatos que son mucho más de lo que parecen. En él se nos cuenta la historia de un niño de cinco años –Jeffty– que siempre tiene esa edad: nunca envejece. Sus amigos crecen y se marchan, pero él sigue siendo el Jeffty de siempre. Lo sorprendente es que escucha programas de radio que ya no existen, puede comer los deliciosos helados de infancia que el mundo ya ha olvidado y, lo más increíble de todo, puede introducir en su mágico mundo a los que creen en él. El relato es una alegoría maravillosa y una versión modernizada de Peter Pan y el niño que no quería crecer.

Anexo

El restaurante del fin del mundo – Adams, Douglas
El bosque de hielo – Aguilera, Juan Miguel
La ruta a trascendencia – Alonso, Alejandro
Hombre en su tiempo – Aldiss, Brian W.
La noche en que todo el tiempo escapó – Aldiss, Brian W.
Pobrecito guerrero – Aldiss, Brian W.
La nave de un millón de años / Anderson, Poul
La patrulla del tiempo (rec.) / Anderson, Poul
Tau Cero / Anderson, Poul
¿Intercambio justo? / Asimov, Isaac
El día de los cazadores / Asimov, Isaac
El fin de la eternidad / Asimov, Isaac
El niño feo / Asimov, Isaac
El pasado muerto / Asimov, Isaac
Guijarro en el cielo / Asimov, Isaac
La carrera de la reina encarnada / Asimov, Isaac
La última pregunta / Asimov, Isaac
Las propiedades endocrónicas de la tiotimolina resublimada / Asimov, Isaac
Los vientos del cambio / Asimov, Isaac
Tiotimolina para las estrellas / Asimov, Isaac
Una estatua para papá / Asimov, Isaac
Los viajeros de las gafas azules / Atienza, Juan G.
La compañía del tiempo / Baker, Kage
El espectáculo de la televisión más grande de la Tierra / Ballard, J.G.
El otoño de las estrellas / Barceló, Miquel & Jorge Romero, Pedro
Las naves del tiempo / Baxter, Stephen
Una y otra vez / Piper, Henry Beam
A través del mar de soles / Benford, Gregory
Cronopaisaje / Benford, Gregory
Computer Connection / Bester, Alfred
El orinal floreado / Bester, Alfred
La opción de Hobson / Bester, Alfred
La presión de un dedo / Bester, Alfred
Solo un enemigo: el tiempo / Bishop, Michael
Tren al infieno / Bloch, Robert
El convector Toynbee / Bradbury, Ray
Ruido atronador / Bradbury, Ray
El efecto práctica / Brin, David
El triunfo de la Fundación / Brin, David
Experimento / Brown, Fredric
La flota vengadora / Brown, Fredric
El Fin / Brown, Fredric
¿Quién anda ahí? / Campbell, John W.
2001: Una odisea del espacio / Clarke, Arthur C.
3001: Odisea final / Clarke, Arthur C.
Cánticos de la lejana Tierra / Clarke, Arthur C.
La flecha del tiempo / Clarke, Arthur C.
Némesis / Clarke, Arthur C.
Luz de otros días / Clarke, Arthur C. & Baxter, Stephen
Tiempo muerto / José Antonio Cotrina
Rescate en el tiempo / Crichton, Michael
El hombre deforme / de Camp, Sprague
Autor, autor / Dick, Philip K.
Desayuno en el crepúsculo / Dick, Philip K.
Minority report / Dick, Philip K.
Jeffty tiene cinco años / Ellison, Harlan
El anacronópete / Gaspar, Enrique
La guerra interminable / Haldeman, Joe
Compradores de tiempo / Haldeman, Joe
Las cien vidas de Lazarus Long / Heinlein, Robert A.
Por sus propios medios / Heinlein, Robert A.
Puerta al verano / Heinlein, Robert A.
Tiempo para amar / Heinlein, Robert A.
Herejes de Dune / Herbert, Frank
Vamos al Gólgota / Kilworth, Garry
Oh tiempo retrocede / Knight, Damon
Época dorada / Kuttner, Henry & Moore, Catherine L.
En El Dorado / Landis, Geoffrey A.
El gran tiempo / Leiber, Fritz
El soldado más veterano / Leiber, Fritz
Intenta cambiar el pasado / Leiber, Fritz
La mañana de la condenación / Leiber, Fritz
Al margen del tiempo / Leinster, Murray
Fiasco / Lem, Stanislaw
El mensaje perdido / Mallorquí, José
El hombre que despertó / Manning, Laurence
Mein Fürher / Marín, Rafael
Contra el tiempo / Marín, Rafael & Aguilera, Juan Miguel
Con dados cargados / Martínez, Rodolfo
Memorias / McQuay, Mike
El reloj que marchaba hacia atrás / Mitchel, Edward Page
Un mundo fuera del tiempo / Niven, Larry
La ecuación de Einstein / Pohl, Frederik
Mundo al final del tiempo / Polh, Frederik
Pórtico / Polh, Frederik
Tras el incierto horizonte / Pohl, Frederik
El mundo invertido / Priest, Cristopher
Dragones en el centro / Revuelta, Joaquín
Otros días, otros ojos / Shaw, Bob
Doble indemnización / Sheckley, Robert
El hombre afectado / Sheckley, Robert
Los deseos del rey / Sheckley, Robert
Entre los latidos de la noche / Sheffield, Charles
E de esfuerzo / Sherred, T. L.
Cuando fuimos a ver el fin del mundo / Silverberg, Robert
El hijo del hombre / Silverberg, Robert
El hijo del tiempo / Silverberg, Robert
El libro de los cráneos / Silverberg, Robert
La estación Hawbskill / Silverberg, Robert
Las máscaras del tiempo / Silverberg, Robert
Por el tiempo / Silverberg, Robert
La gruta de los ciervos danzarines / Simak, Clifford D.
Atrapados en la prehistoria / Swanwick, Michael
Legiones en el tiempo / Swanwick, Michael
Houston, Houston ¿me reciben? / Tiptree Jr., James
El visitante / Torres Quesada, Ángel
16 de junio en Anna's / Traviss, Karen
Caminando en círculos / Utley, Steven
Incursión aérea / Varley, John
El pusher / Varley, John
La guerra de la paz / Vinge, Vernor
Naufragio en tiempo real / Vinge, Vernor
Un abismo en el cielo / Vinge, Vernor
El círculo de cero / Weinbaum, Stanley G.
La máquina del tiempo / Wells, Herbert George
The Chronic Argonauts / Wells, Herbert George
El libro del día del Juicio Final / Willis, Connie
Los sueños de Lincoln / Willis, Connie
Por no mencionar al perro / Willis, Connie
Servicio de vigilancia / Willis, Connie
Los cronolitos / Wilson, Robert C.
Las llaves de diciembre / Zelazny, Roger

 

©2004 Francisco Javier Esteban (Sisko) y Enric Quílez (Yarhel) para cYbErDaRk.NeT
Prohibida la reproducción sin permiso expreso del autor

    

2004-10-31 13:43   BLUE
Un tema de los que más me apasionan. El articulo esta muy bien ademas de ofecerme titulos que desconocia sobre el tema. Enhorabuena.
2004-08-26 15:39   naza
¿desesperacion!... ¿que hacer ante tanto trabajo pendiente?... como ponerse al día .. uff.. he entrado hace poco en el foro y ya me siento como una niña pequeña ante el oceano con una cuchara para vaciarlo...

en fin hare como todos... con paciencia...

me encanta haberos descubierto
2004-08-05 14:49   karmotroncho
El artículo está muy bien. Muy completo. Pero he echado de menos, en la parte alusiva a los bucles temporales, una mención a uno de los viajes de Ijon Tichy, aquél en el que no para de toparse con bucles temporales precisamente y se encuentra con un montón de Tichy's de diferentes momentos.

También me parece interesante un libro de Frederick Pohl que no se menciona en el artículo: El Mundo al Final del Tiempo. En este libro el viaje por el tiempo se produce por el fenómeno natural conocido de viajar a velocidades próximas a la de la luz en el vacío. No es un viaje por el tiempo propiamente dicho, pero en cierta manera se puede considerar como tal. Lo que se relata en el libro es que un planeta es acelerado a gran velocidad, con lo que el paso del tiempo se ralentiza para sus habitantes y el paso de unos pocos años supone en realidad que han transcurrido miles. Lo recomiendo, además de todas las obras mencionadas. Saludos.
2004-07-27 19:37   deckarrd
muy interesante, de la mayoría de historias que menciona, no me he leído ninguna.
Aún me queda mucho por leer
2004-06-28 20:45   Nicole
Angerues, Time Line se menciona, fue traducida en España como "Rescate en el Tiempo", y así se ha hablado en el artículo :)

Un artículo estupendo, muy informativo. La Pila os agradece ;)
2004-06-09 11:04   Arsenio Lupin
Aunque no es CI_FI, sino Fantasy ...falta sin duda "Las puertas de Anubis" de Tim Powers.
2004-06-06 17:30   angerues
Muy interesante el articulo , el listado de las novelas es muy completo , pero faltan algunas , que son veraderamente interesantes , como or ejemplo "las grietas del tiempo " de Torres Quesada . un viaje en el tiempo con mucha accion y a la vez con el humor satirico de Torres.
y tambien la novela de cripton , Time line, que aunque no sea muy buena si fue muy comercial. y su tema es el viaje en el tiempo.
2004-06-05 16:55   MAZARBUL
Me parece un artículo muy interesante y trabajado, sobre todo para aquellos que como yo aún les queda un gran camino de lecturas de Scifi. El tema de los viajes en el tiempo me interesan muchísimo. Añadiría un par de libros: El coleccionista de Sellos de Cesar Mallorquí, que ganó el premio UPC creo que en 1991 o 92, y me pareció realmente una buena novela corta sobre los cambios en el tiempo. Recomiento su lectura. Por otro lado, para aquellos que les guste el mismo tema pero no ya desde un p. de vista literario, sino de la física, recomiendo un libro que estoy leyendo en estos momentos: LOS VIAJES EN EL TIEMPO DE J. Richard Gott, Metatemas. Hace mención para las explicaciones a algunas novelas y relatos de SCi-fi arriba mencionadas. Sencillamente genial. En cuanto al artículo me parece una muy buena guía para los que como yo buscábamos una recopilación de novelas sobre esta temática.
2004-06-04 20:01   latro
Excelente artículo, los felicito. Es una muy buena guía para saber qué leer. Poder englobar todo un mundo literario no es tarea fácil. Muy bien y gracias.
2004-06-04 02:22   GarryLanier
Buen artículo...ya quisiera escribir uno así :oops:
2004-06-03 18:27   Groo
Yo la verdad es que de viajes en el tiempo estoy bastante verde a pesar de ser un tema que me atrae mucho, razón por la cual agradezco mucho el esfuerzo de los autores del artículo y desde aquí les felicito por él, ya que me han abierto los ojos a un buen montón de relatos y libros que añadir a mi ya sobrecargada lista.

Sólo le pondría un pero, y es que yo, pese a mis pocas lecturas sobre la materia echo en falta la mención de "El año del sol tranquilo" de Wilson Tucker que a mi parecer trata bastante bien el tema de los viajes en el tiempo.
2004-06-02 11:07   OrionKnight
Felicitaciones a Sisko y a Yarhel. Este especial es completísimo y como comenta Moncho21 es una cruel y despiadada tentación para los que somos débiles y sucumbimos ante las recomendaciones bien argumentadas.

He hecho cuenta y tengo 40 de las novelas comentadas de las que me he leído 31. Mas sobrecarga en “The Pila”. ;)
2004-05-31 11:05   Moncho21
Querría saber si hay forma de capar el acceso a este tipo de artículos tan completos e interesantes.

No puede ser que me inciten vilmente a tal cantidad de lecturas interesantes, con el gasto de dinero, frustración de no poder conseguir descatalogados...esto es un sin vivir!!! ;) ;)
2004-05-30 23:12   A. García-Teresa
Un artículo muy completo e interesante. Enhorabuena, chicos.